Era un hermoso día de invierno,
estaba nevando y toda la gente se encontraba jugando , pero en un callejón
había un hombre de tez blanca, sombrero de copa , una bufanda roja, un chaleco
negro, pantalones burdeos y unos botines café.
El estaba asesinando a una mujer, la
sangre caliente corría a través de sus
manos y el corazón de ella seguía
latiendo fuera del cuerpo. Sus ojos desorbitados , su boca sangrando, la ropa
teñida por la sangre , para él era hermoso, su cordura ya había acabado. El
nombre de él era Charles Von Kleist y el de ella era Antje Oppenheim.
Supuestamente a ella la habían
secuestrado, pero todo era una mentira, se había escapado para poder tener dinero y la
única forma de conseguirlo era prostituyéndose.
Ella se iba por los callejones, se
ponía a llorar, pero ese día sería el fin de todo porque llego Charles su
asesino.
Javiera Ortiz
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